Este mecanismo que se creó en el gobierno anterior y que la
actual administración PPK lo viene impulsando a través de Proinversión es
presentado como un medio eficaz que permite la dinamización de la inversión
pública con la participación de las grandes empresas privadas. Básicamente
consiste en generar las mejores condiciones para que las corporaciones que
tienen una tributación importante destinen en el año actual sus recursos para
ejecutar una obra pública la cual tiene que tener código SNIP con viabilidad en
el Banco de Proyectos así como priorizado por la autoridad local o regional en
el portal de Proinversión, luego los entes privados descontarán esa inversión
en sus pagos futuros del impuesto a la renta con un límite máximo (50%) cada
año. Si a esto le añadimos la idea generalizada que todo lo que hacen los
privados en comparación con el sector público es muy eficiente y por ende genera
mejores resultados parecería que estamos ante una nueva forma de lograr un
mejor desarrollo económico en nuestro país. Hasta ahí todo parece correcto y
que las obras públicas que hagan las grandes empresas privadas serán una
combinación de gasto eficiente y transparente, pero como se está observando en
la práctica “era demasiado bueno para ser cierto”.
La primera objeción viene desde el punto de vista financiera
y de la racionalidad económica: ¿por qué una empresa privada, maximizadora de
beneficios tendría que obsequiar el rendimiento de su capital? o dicho de otro
modo, ¿por qué dar el dinero ahora (a través de la obra pública) lo que podría contribuir
en el futuro (con el pago del impuesto a la renta)? Estaría dejando de percibir
la utilidad del capital durante el tiempo que demore su contribución adelantada
del impuesto a la renta, una cosa es que te obligue la Sunat, por ejemplo con
las detracciones y otra cosa es que se haga voluntariamente. Pensé que debía
haber algo que explique convincentemente el porqué de esta irracionalidad
económica, por ello cuando se recibió una capacitación de un funcionario de
Proinversión en el ente público donde trabajo, mi primera pregunta fue esa y la
respuesta del que capacitaba era que lo que ganaba la empresa era una inversión
intangible con la mejora de su imagen ante la sociedad, añadió que el Estado le
reconocía un 2% anual de interés por el tiempo que este descuento se
efectivizaba una vez hecha la inversión en una obra pública.
Analizando lo dicho por el funcionario de Proinversión,
téngase en cuenta que la mejora intangible de la imagen de la empresa inversora
no es cuantificable fácilmente y su retorno es de largo plazo, tampoco se
suelen observar propagandas televisivas o en otros medios resaltando el
financiamiento de la inversión pública mediante las obras por impuestos lo cual
indicaría que para las empresas privadas participantes no sería el principal
motivo de ingresar a este mecanismo relativamente nuevo. Por otro lado, el
costo de oportunidad del capital no es ni remotamente 2%, para el sector
público la tasa se ha fijado hace ya algunos años en 9%, para el sector privado
es mucho más, ya que se toma en cuenta el riesgo-país dado que estamos en una
economía emergente y por ende es mucho mayor que en un país desarrollado, en
pocas palabras, ese costo de oportunidad del capital supera con facilidad el
12% lejanísimo del 2% que se reconoce en Obras por Impuestos.
Entonces, surgiría consecuentemente otra pregunta ¿qué anima
a algunas empresas a hacer uso de este mecanismo, si como lo admitió el mismo
capacitador de Proinversión citado anteriormente, las corporaciones prácticamente
pierden dinero con esta nueva forma de inversión pública?
La respuesta estaría en la SOBREVALORACIÓN, acorde con la
racionalidad económica de obtener máximas ganancias en cada inversión (no
importando si es para una aventura empresarial o para generar una obra pública),
las grandes empresas de alguna forma logran que el Expediente Técnico de un
proyecto sea valorizado lo más alto posible, adicionalmente, antes el supervisor
de la obra era contratado y pagado por el ente estatal, ahora es empleado por
el mismo pero remunerado por la empresa que gana la licitación que, como suele
suceder en casi todos los casos (como lo admitió el mismo funcionario de
Proinversión) es postor único. Haciendo una revisión de obras hechas con este
mecanismo se observa que todas son de grandes cuantías (del millón para
arriba), sólo decir que la remodelación de un teatro cuesta entre 5 y 6 millones
trae sospechas aunque claro hay que ver el detalle de costos, pero me dicen algunos
ingenieros que las obras donde hay más movimiento de tierras son las preferidas
porque permite mayor sobrevaloración.
Por ello considero muy importante que el
perfil de un proyecto que finalmente va a ser ejecutado por Obras por Impuestos
no lo haga la empresa privada (ese mecanismo es contemplado en la norma y
pagado el perfil cuando se llega a ejecutar el proyecto), porque éste le
pondría un límite máximo a la variación de la inversión cuando se haga el Expediente
Técnico. Aunque ahora con el nuevo SNIP prácticamente las cosas darán un giro
importante para esta nueva forma, pero habrá que esperar la reglamentación del
D.L. 1252. Asimismo una auditoría de la Contraloría General de La República analizando obras ya ejecutados por este sistema no estaría demás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario