Electoralmente
hablando, sin duda que este año ha sido sólo el preámbulo de lo que se viene,
un 2016 que estará cargado de turbulencias y ataques de pequeña y gran escala
en pos de una victoria en las urnas que le otorguen a una agrupación política esa
cuota de poder que les permita mantenerse vigente, rememorando el dicho: salvo
el poder todo lo demás no es realidad.
Algo que tampoco
carece de veracidad es cuando mencionan que “en el Perú uno se puede morir de
cualquier cosa menos de aburrimiento” y así como se están dando los hechos, esto
no está lejos de ser verdad. Importante analizar la intención de voto para las
Elecciones Generales del 2016, para ello unas reflexiones:
- Tenemos candidatos presidenciales –al menos
los oficialmente lanzados- para los diversos gustos, superan la docena y estoy
seguro que nadie los conoce medianamente a todos y cada uno. Sus propuestas y
credibilidad en cuanto a capacidad y cumplimiento de la palabra empeñada, deberían
estudiarse profundamente este verano -antes de emitir el voto-, pero no siempre
todos hacemos la tarea del buen elector, ahí empezamos con la primera falla.
- Una segunda equivocación es creer que sólo
los caudillos serán los que salvarán al país, partidos y agrupaciones políticas
que consideran que sólo una persona específica es la que debe llevarlos al
poder y que la renovación es muy arriesgada, parte del electorado está en
sintonía con esta idea (olvidando que los hombres pasan pero las instituciones
quedan), de tal manera que eso les permite al menos aún figurar en las
encuestas de intención de voto. Aunque en nuestro país esto no es tan grave
como en Venezuela, Ecuador y Bolivia (Argentina con la última elección cambió
su situación), países donde desde el poder se busca perpetuar al gobernante
incluso cambiando su constitución. Para
que en el Perú actual la situación sea distinta (incluso el plano de discusión
está en sí instalaciones de universidades privadas deban ser usadas como
centros de campaña, lo cual es saludable), se ha tenido que aprender la lección
de los años 90 (ya a nadie se le ocurre hablar de reelección).
- Otra falla (¿del mercado electoral?) que
tiene que ver más con determinados aspectos psicológicos, es la emocionalidad
al escoger y apoyar al que social y personalmente sea el más parecido a uno
mismo (lo cual es similar a buscar que nuestro hijo triunfe en cualquier
circunstancia) o en términos del superyó al que buscamos aspirar y que no hemos
logrado alcanzar aún. Sucedió en el 2011 cuando muchos apoyaron a PPK porque
era considerado “gente como uno” y obviamente su mayor caudal de apoyo estaba
en Lima, paralelamente rechazaban a las demás candidaturas con gran
agresividad. Es realmente difícil reconocer la superioridad de “otro tipo” de
personalidad a la nuestra, por ello, el apoyo incondicional a aquel que sea el
más semejante o al que aspiramos como ideal, es lo que suele suceder más.
Alguien podría decir –para ese año 2011- porque no se dio la identificación con
Toledo (economista y lleno de logros académicos como PPK), supongo que sus
propios disparos a los pies alejaron a muchos además de que –por más que se
niegue- existe todavía racismo en nuestro país.
- Adicionalmente está el error de considerar
que lo único existente es lo que exhiben los medios de comunicación masivos,
sobre todo la televisión, si alguien no aparece en la “caja boba” no existe
para muchos. Aunque a estas alturas todos los medios: TV, radio y prensa
escrita juegan su propio papel político y la imparcialidad es la utopía de
nuestro tiempo (ningún columnista de los diversos diarios esconde acertadamente
su “corazoncito político”). Cierto que la exposición mediática es importante
para comunicar las ideas, pero también tiene mucho que ver como se presentan
los hechos y es que muchos medios sólo sacarán de un candidato lo peor o lo
mejor según sea su conveniencia. Sobre esto debe hacerse una especial mención
al grupo El Comercio, sesgar sus publicaciones y programas políticos sobre
temas recurrentes –a mi parecer con gran revanchismo hacia los Humala por haber
atacado la concentración de medios- en vez de centrarse en la campaña electoral
muestra que ellos también tienen sus intereses para la siguiente elección.
También es necesario anotar que existe una nueva generación de peruanos que
reemplazó las muchas horas de TV por las considerables horas de navegación en
internet, es una acérrima crítica de la inmundicia televisiva pero mudo testigo
de los excesos de la navegación virtual, a mi parecer si no se señalan con la
misma severidad ambos libertinajes no se es coherente, además creer que todo lo
que se escribe en las redes sociales es veraz y representa al país en su conjunto
es, por decir lo menos, estar desconectado de la realidad.
- Una última atingencia sería lo relacionado a
las ideologías de las candidaturas, no está mal considerarse seguidor de un
determinado cuerpo de ideas que se piensa salvarán al país o, de otro extremo,
suponer que sólo el pragmatismo es lo más adecuado para el Perú, pero
–nuevamente a mi parecer-, si ya existe evidencia de fracasos políticos
anteriores en nuestro país y en otras latitudes, insistir sobre lo mismo sin
dar aportes adicionales que permitan revertir –al menos sustentadamente sobre
el papel- situaciones históricas negativas es simplemente no querer evolucionar.
Ya se hizo una reflexión general, la
próxima entrega será analizando agrupaciones y candidaturas con nombre propio.
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