En
esta ocasión quisiera referirme al problema de circular por la ciudad mediante
un vehículo de cuatro ruedas, es decir, transitar por una urbe gigantesca como
es Lima, que comprende a más de 40 distritos, una metrópoli que ha crecido aceleradamente
en las últimas décadas y que cuenta con alrededor de 10 millones de habitantes,
casi un tercio del Perú. Lo que hace importante este tipo de análisis es que
puede servir como modelo a ser aplicado cuando se presente las mismas
dificultades en otras ciudades del país.
El
problema del transporte se ve reflejado en los grandes embotellamientos que
están ocurriendo, no solamente en las llamadas “horas-punta”, sino cada vez más
a cualquier momento del día. Estas horas-punta se refieren a determinados lapsos
del día en la que se da la mayor circulación de personas y por ende el mayor
uso de vehículos que al hacerlo simultáneamente –por motivos de dirigirse o
regresar a su centro laboral y educativo principalmente- generan el
entrampamiento de las vías y la consiguiente pérdida de horas-hombre, tiempo
que podría ser destinado a trabajar, estudiar, descansar, entretenerse, etc.,
en fin, realizar alguna actividad productiva,
generadora futura de bienestar o simplemente disfrutar de un periodo de
ocio. Pero, como ya se anotó, esta pérdida de bienestar improductivo -al
permanecer en el vehículo al transportarse- suele observarse cada vez con más
frecuencia a cualquier hora del día.
Podría
pensarse que el crecimiento económico y el consecuente aumento de los ingresos
traería de por sí una disminución del problema, pero no es así, las personas de
clase baja que logran convertirse en clase media, al obtener mayores salarios
y/o rentas buscan elevar la comodidad y rapidez en su traslado por la ciudad,
desechando el transporte de uso público para utilizar mucho más el servicio de
taxi particular e incluso adquiriendo un vehículo propio, el cual inicialmente
lograría esos objetivos -de comodidad y rapidez para llegar a un destino elegido-
desde la perspectiva de esa persona y su familia pero, a nivel de la ciudad, la
rapidez del transporte en la ciudad se verá paulatinamente disminuida a medida
que más personas y/o familias tomen esa misma decisión, esto debido a la
saturación de dichas vías.
Tomando
en cuenta ésta problemática, las autoridades han ido atacando este problema con
el aumento de las obras públicas (pasos a desnivel, puentes peatonales,
proyectos de trasporte públicos masivos: tren eléctrico, Metropolitano, etc.),
los cuáles enfocan el problema principalmente por el lado de la Oferta buscando
incrementar y optimizar las vías, las cuales tienen un límite de ser usadas, lo
cual es necesario hacer, pero en mi opinión, se ha atacado sólo parcialmente el
problema por el lado de la demanda. La necesidad de uso de vías urbanas es un
derivado de la demanda de vehículos, los cuales se adquieren más a medida que
crece la población, lo que requiere un tratamiento distinto a lo que
actualmente se hace.
En
principio los vehículos de menor tamaño (particulares), así como los taxis
pueden llevar en su interior un promedio máximo entre cuatro y cinco personas a
diferencia de un bus que podría llevar hasta 100 personas. Si tomamos en cuenta
que tres vehículos particulares equivalen -en empleo del espacio en la vía- a
un bus, se tendrá que en el mismo área hay una proporción distinta del uso de 7
a 1 (100 vs. 15). Obviamente es muy diferente ir en un bus que en un auto
particular, empezando por la incomodidad del primero la que a su vez se asocia
con la menor seguridad al tratar con más personas que no se conocen y por otra
parte la velocidad promedio de traslado que es mayor en el vehículo pequeño
debido a que el bus se detendrá muchas veces más por la gran cantidad de
pasajeros que traslada. No obstante la gran ventaja de este último es la
economía de escala que produce al distribuir entre más personas el costo de
combustible, mantenimiento del vehículo y del mismo personal que trabaja prestando
ese servicio, lo que genera un precio bajo por persona. Esto implica en la
comparación que los dos servicios: bus y taxis (que equivale a emplear vehículo
propio), sean distintos, el del taxi con más ventajas pero a una mayor tarifa
frente al bus que es incómodo y lento pero a su vez menos costoso; en
consecuencia estos dos servicios van dirigidos a públicos distintos.
El
beneficio adicional que genera la utilización de un bus en vez de tres autos y
que suele no resaltarse tanto -ya que tiene que ver con un bien público- es la
menor extensión que utiliza en las vías, aspecto trascendental cuando este
espacio empieza a ser cada vez más escaso.
De
acuerdo a la teoría económica un bien público es aquel que tiene por
características no ser exclusivo en el uso ni rival en el consumo. La primera
de las características significa que no se puede impedir el uso de ese bien ya
que no hay formas adecuadas de establecer barreras a la entrada, mientras que
la segunda implica no disminuir el bienestar si más de uno utiliza dicho bien
simultáneamente.
Para
el caso de la no exclusión, el uso de las vías de uso público actualmente cumplen
fehacientemente ésta condición ya que no hay ninguna disposición legal que lo restrinja,
además es muy costoso establecer un control permanente de estas vías sin
embargo, existen lo que son los peajes para determinados tramos pero si nos
referimos a calles y avenidas urbanas se tendrán dificultades muy grandes para
generar un sistema de control efectivo, sobre esto el avance tecnológico actual
puede aportar soluciones, por ello más adelante levantaremos este supuesto. Es
con la característica de no rivalidad con la que se presenta la controversia,
ya que inicialmente con pocos habitantes en una ciudad hay vías que “bastan y
sobran” para el pequeño número de vehículos que se tienen inicialmente, a
medida que crece la población se utilizarán más las vías, inicialmente las
veredas y los vehículos de transporte masivo, pero si los ingresos aumentan
también habrá más adquisición de autos particulares y del servicio de taxi con
lo cual el uso de las pistas urbanas se ve cada vez más saturado, no cumpliendo
cabalmente con la condición de no rivalidad ya que cada nuevo vehículo en las
pistas poco a poco afecta a otros usuarios ya que les impide mantener la misma
velocidad de traslado, por lo tanto su condición de bien público se vuelve
discutida.
Resumiendo
diríamos que cada ciudadano en Lima utiliza la vía como lo permiten sus niveles
de ingresos, es decir, si tiene un ingreso bajo, usará el transporte de uso
público y ocasionalmente utilizará el servicio de taxi, con lo cual su uso de
las vías urbanas es pequeño. El ciudadano de ingresos medios utiliza más el
servicio de taxi, de vez en cuando el transporte público y algunos de este
grupo adquieren un vehículo propio aunque sea de segundo uso, por lo tanto el uso
de las vías de uso público es mayor que el del caso anterior. Finalmente el
ciudadano de altos ingresos ya tiene un vehículo propio que permanentemente
utiliza las pistas, ocasionalmente hace uso del servicio de taxi, con lo cual
el uso de las vías es mayor que los dos casos anteriores.
Con
lo argumentado paso a proponer, algo que ya se aplica en algunos países como
Inglaterra y más exactamente en Londres, donde el nivel de ingresos en
comparación a Lima es muy elevado y que han propiciado que cada familia tenga en
promedio más de un vehículo con lo que acrecienta el nivel de utilización de
las vías y la consiguiente congestión. La propuesta es la aplicación del PEAJE
URBANO que implicaría que los vehículos particulares paguen un tributo cada vez
que circulen por una vía considerada saturada vehicularmente, de tal forma que
sólo los que tiene un ingreso marginal -al transitar por dicho lugar- superior
al monto de dicho tributo terminen utilizando esa vía, cada ciudadano evaluará
si debe o no circular por esa ruta con su vehículo propio o de un taxi (quien
le trasladaría el costo), algunos racionalmente concluirían que le costaría
menos el traslado por esa zona si fuesen en vehículos de uso público (que están
exonerados de dicho pago) por lo que aumentarían su “incomodidad” pero
disminuirían el malestar de todos los demás al reducir los embotellamientos que
generan pérdidas de horas-hombre (debido a que hay menos vehículos empleando
las vías).
Este
tributo para los que más utilizan las vías será progresivo ya que a medida que
las familias aumenten sus ingresos y quieran tener su vehículo propio pagarán
el “verdadero costo” que significa para la sociedad utilizar las vías urbanas
cada vez más escasas. Las dificultades en su aplicación podrían resolverse con
las innovaciones tecnológicas actuales (sensores, escáneres, etc.) y con el
aprovechamiento de las experiencias en aquellos países donde ya se da este
cobro.
Además
algo complementario a esto, es que dicho tributo, más exactamente una tasa, sea
de cobro automatizado y aplicado sólo en las “horas-punta” lo que permitiría un
uso más racional de las vías urbanas.
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