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jueves, 8 de diciembre de 2016

Obras por impuestos: ¿tan bueno como se pinta?

Este mecanismo que se creó en el gobierno anterior y que la actual administración PPK lo viene impulsando a través de Proinversión es presentado como un medio eficaz que permite la dinamización de la inversión pública con la participación de las grandes empresas privadas. Básicamente consiste en generar las mejores condiciones para que las corporaciones que tienen una tributación importante destinen en el año actual sus recursos para ejecutar una obra pública la cual tiene que tener código SNIP con viabilidad en el Banco de Proyectos así como priorizado por la autoridad local o regional en el portal de Proinversión, luego los entes privados descontarán esa inversión en sus pagos futuros del impuesto a la renta con un límite máximo (50%) cada año. Si a esto le añadimos la idea generalizada que todo lo que hacen los privados en comparación con el sector público es muy eficiente y por ende genera mejores resultados parecería que estamos ante una nueva forma de lograr un mejor desarrollo económico en nuestro país. Hasta ahí todo parece correcto y que las obras públicas que hagan las grandes empresas privadas serán una combinación de gasto eficiente y transparente, pero como se está observando en la práctica “era demasiado bueno para ser cierto”.
La primera objeción viene desde el punto de vista financiera y de la racionalidad económica: ¿por qué una empresa privada, maximizadora de beneficios tendría que obsequiar el rendimiento de su capital? o dicho de otro modo, ¿por qué dar el dinero ahora (a través de la obra pública) lo que podría contribuir en el futuro (con el pago del impuesto a la renta)? Estaría dejando de percibir la utilidad del capital durante el tiempo que demore su contribución adelantada del impuesto a la renta, una cosa es que te obligue la Sunat, por ejemplo con las detracciones y otra cosa es que se haga voluntariamente. Pensé que debía haber algo que explique convincentemente el porqué de esta irracionalidad económica, por ello cuando se recibió una capacitación de un funcionario de Proinversión en el ente público donde trabajo, mi primera pregunta fue esa y la respuesta del que capacitaba era que lo que ganaba la empresa era una inversión intangible con la mejora de su imagen ante la sociedad, añadió que el Estado le reconocía un 2% anual de interés por el tiempo que este descuento se efectivizaba una vez hecha la inversión en una obra pública.
Analizando lo dicho por el funcionario de Proinversión, téngase en cuenta que la mejora intangible de la imagen de la empresa inversora no es cuantificable fácilmente y su retorno es de largo plazo, tampoco se suelen observar propagandas televisivas o en otros medios resaltando el financiamiento de la inversión pública mediante las obras por impuestos lo cual indicaría que para las empresas privadas participantes no sería el principal motivo de ingresar a este mecanismo relativamente nuevo. Por otro lado, el costo de oportunidad del capital no es ni remotamente 2%, para el sector público la tasa se ha fijado hace ya algunos años en 9%, para el sector privado es mucho más, ya que se toma en cuenta el riesgo-país dado que estamos en una economía emergente y por ende es mucho mayor que en un país desarrollado, en pocas palabras, ese costo de oportunidad del capital supera con facilidad el 12% lejanísimo del 2% que se reconoce en Obras por Impuestos.
Entonces, surgiría consecuentemente otra pregunta ¿qué anima a algunas empresas a hacer uso de este mecanismo, si como lo admitió el mismo capacitador de Proinversión citado anteriormente, las corporaciones prácticamente pierden dinero con esta nueva forma de inversión pública?
La respuesta estaría en la SOBREVALORACIÓN, acorde con la racionalidad económica de obtener máximas ganancias en cada inversión (no importando si es para una aventura empresarial o para generar una obra pública), las grandes empresas de alguna forma logran que el Expediente Técnico de un proyecto sea valorizado lo más alto posible, adicionalmente, antes el supervisor de la obra era contratado y pagado por el ente estatal, ahora es empleado por el mismo pero remunerado por la empresa que gana la licitación que, como suele suceder en casi todos los casos (como lo admitió el mismo funcionario de Proinversión) es postor único. Haciendo una revisión de obras hechas con este mecanismo se observa que todas son de grandes cuantías (del millón para arriba), sólo decir que la remodelación de un teatro cuesta entre 5 y 6 millones trae sospechas aunque claro hay que ver el detalle de costos, pero me dicen algunos ingenieros que las obras donde hay más movimiento de tierras son las preferidas porque permite mayor sobrevaloración.
Por ello considero muy importante que el perfil de un proyecto que finalmente va a ser ejecutado por Obras por Impuestos no lo haga la empresa privada (ese mecanismo es contemplado en la norma y pagado el perfil cuando se llega a ejecutar el proyecto), porque éste le pondría un límite máximo a la variación de la inversión cuando se haga el Expediente Técnico. Aunque ahora con el nuevo SNIP prácticamente las cosas darán un giro importante para esta nueva forma, pero habrá que esperar la reglamentación del D.L. 1252. Asimismo una auditoría de la Contraloría General de La República analizando obras ya ejecutados por este sistema no estaría demás.

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