Todos nosotros demandamos diversos productos para calmar nuestras necesidades, como alimentos, vivienda, ropa, etc, cada uno de estos bienes y servicios tienen como componentes primigenios a elementos que han sido extraídos de la naturaleza por lo que esto nos involucra indirectamente con la devastación del medio ambiente ya que finalmente somos nosotros los que propiciamos -a través de nuestra demanda- que haya sobrexplotación de los recursos naturales y la consiguiente depredación de extensos territorios -especialmente en nuestra región selvática- lo que es manifiestamente perjudicial para las poblaciones de esos lugares, mientras que las ciudades se benefician de esta inequidad productiva.
Cuando necesitamos para nuestra vivienda una puerta de metal, artefactos, fierros de construcción, etc, pretendemos adquirir bienes que tendrán materias primas que son obtenidas con la actividad minera -aquella que es numerosas veces enfrentada con mucha vehemencia por grupos ecologistas-, esta actividad incontadas veces incumple -al menos en nuestro país- con normas medioambientales, sin embargo es necesario que todos tomemos consciencia de nuestra co-participación en esta cadena negativa de hechos, al ser demandantes desinformados, que menoscaba la integridad de nuestro planeta. Esto es importante destacarlo porque sino cualquier campaña pro medio ambiente es incompleta y resulta en una gran hipocresía. Algo similar sucede si queremos una puerta de madera para nuestra vivienda, un ropero o un librero, demandamos madera de los árboles de nuestra selva e incluso estamos dispuesto a pagar más si esta madera es cedro, pero éste voraz deseo y capacidad de compra impulsa a que la tala en nuestra amazonía se convierta en indiscriminada, lo cual todos condenamos cuando observamos en la noticia que en algún comunidad nativa la población indefensa fue testigo impotente de la degradación de sus tierras, pero ¿nosotros no hemos contribuimos a esta situación con nuestra demanda?
Cuando necesitamos para nuestra vivienda una puerta de metal, artefactos, fierros de construcción, etc, pretendemos adquirir bienes que tendrán materias primas que son obtenidas con la actividad minera -aquella que es numerosas veces enfrentada con mucha vehemencia por grupos ecologistas-, esta actividad incontadas veces incumple -al menos en nuestro país- con normas medioambientales, sin embargo es necesario que todos tomemos consciencia de nuestra co-participación en esta cadena negativa de hechos, al ser demandantes desinformados, que menoscaba la integridad de nuestro planeta. Esto es importante destacarlo porque sino cualquier campaña pro medio ambiente es incompleta y resulta en una gran hipocresía. Algo similar sucede si queremos una puerta de madera para nuestra vivienda, un ropero o un librero, demandamos madera de los árboles de nuestra selva e incluso estamos dispuesto a pagar más si esta madera es cedro, pero éste voraz deseo y capacidad de compra impulsa a que la tala en nuestra amazonía se convierta en indiscriminada, lo cual todos condenamos cuando observamos en la noticia que en algún comunidad nativa la población indefensa fue testigo impotente de la degradación de sus tierras, pero ¿nosotros no hemos contribuimos a esta situación con nuestra demanda?
Hay mecanismos que posibilitan combatir este escenario nocivo para nuestro futuro y esta es la consistente explicación que provee la teoría económica que no necesariamente es acorde con el sentido común pero cuya validez teórico-práctica está muy por encima de los argumentos de sus detractores, que sólo critican y escasamente aportan. Digo que no necesariamente es acorde con el sentido común porque existen situaciones diversas que -el sentido común- nos induce a error, por ejemplo, la gente usualmente considera que la deflación (caída sostenida de precios) sería beneficioso para un país, o si el Estado puede emitir más billetes y monedas a un costo bajísimo, la población se pregunta porque no emite lo mayor cantidad posible para acabar con la pobreza, total ¿hay que aplicar el sentido común, o no?
La teoría económica tiene en sus predicciones más falencias que aciertos y esto es muy resaltado por quienes no lo estudian a cabalidad, porque el papel principal de un economista es -luego de un análisis profundo- intentar predecir las tendencias futuras que nos permitan ir por ese mismo camino si este es el adecuado, o intentar modificarlo si la orientación es negativa, lo difícil es dejar conforme a todos ya que no hay un completo consenso debido a que la sociedad en su conjunto no está de acuerdo en lo que es "bueno" o es "malo", sólo nos guiamos por las grandes mayorías, lo que denominamos el sistema democrático,... aunque también es democrático discrepar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario